domingo, 19 de julio de 2009

MI GRAN AMIGO EPIDEMIÓLOGO.



Como suaves alas de mariposa blanca
volé desesperadamente hacia
la sala que me indicaron,
yacías indefenso.
Dejé rodar gotas de ternura y aliciente
sobre tu frente.
Capullo intelectual unigénito,
serafín del séquito de Cronos,
a tu oído, susurré con valentía:
“Todo va a estar bien con la ayuda divina, confía”.
De pronto me vi envuelta en lo álgido del
dolor motivado por tu ausencia y
comprendí entonces, eres pieza fundamental
del rompecabezas.
Ansío con fervor, llegue el alba y
abandones el nosocomio, te acojan
el amor de tu familia y el de tus amigos,
quienes tanto te necesitamos.
Te reintegres al equipo de trabajo donde
inevitablemente, se advierten la melancolía
y el aroma de tu esencia sin parangón.
Tú, capullo intelectual unigénito,
serafín del séquito de Cronos.

Anaconstela.
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