martes, 19 de enero de 2010

AFLUENTE.


Hurgando presagios cual
hechicera indulgente,
en cada páramo mis discernimientos
paralizaban al exiguo clamor
de transeúntes impertinentes.
Urgía la dinámica para esclarecer
el enigma de sus afectos.
Involuntaria vesania intuía
distante la meta,
se insinuaban pendientes,
intrépida e intransigente
insistí hasta constatar
sí, existía afluente.
Esclarecido el acertijo,
prometí colmar de
ternura el vacío;
perpetuar la flor del dagame
que reposa sobre su testa,
el nácar de sus álabes,
la intensidad de su mirada,
la fragancia varonil
por sus poros emanada
y el embrujo de sus labios
sugestivos,
en los míticos abismos de mis más
íntimos sentidos.
Entretanto,
mismo hidalgo reverente inviable
incita a fantasear.


Anaconstela
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martes, 12 de enero de 2010

¿SABES HERMANO?


Hoy, he visitado la casa de los viejos. Los patios se conservan intactos, las ranas de las fuentes cual si advirtiesen mi llegada han cobrado vida… “croac, croac”, como queriendo decir: “Bienvenida niña”.
Los rosales, el jazmín, el limonero, el naranjo, las orquídeas… continúan brindando colorido y dando frutos, el eco, me ha dicho se nutren del agua que llora el cielo.
He recorrido uno a uno los espacios; las partituras reposan sobre el viejo piano de la abuela, los cuadros de “Tata Lázaro”, conservan su mirada incauta.

¿Sabes?, he conseguido tocar el biombo, el pabellón cubriendo la cama de latón de los abuelos, el quinqué y al lado el antiguo libro de: “Don Quijote de la Mancha” con el separador de figura caprichosa en la página que contiene…
“DEDICATORIA AL CONDE DE LEMOS” quién lo dijera hermano, parece ha sido ayer jugando trompo, yoyo, balero y volando papalote. ¡Qué tiempos!

¿Sabes?, me faltaba un espacio, no sé si el más importante pero sí, el que guarda tu esencia; hurgando en el ropero, encontré el baúl donde solías coleccionar todo lo traído por los nuestros allá en el año 39 del siglo pasado, al que más tarde intitularías:
“La Generalitat… ‘avis’, ‘iaias’…”
Cuántos años faltaban entonces para nosotros venir al mundo. ¡Ay! Tú, el más pequeño, ya no estás.
Después del recorrido por la casa de los viejos en nuestra natal Córdoba, me he dirigido a nuestro puerto, sí, Veracruz y contemplando el inmenso Golfo, mi mirada perdió en el lugar donde yaces, un nudo en la garganta de mí se ha apoderado y sin comprender porque siendo el menor tenías que marchar primero, he roto en llanto y me rebelo, aún no me la creo, tu ausencia, naturalmente.

¿Sabes?, mi vida diese porque fueses tú, quien transcribiese este dolor y yacer yo allí, allí, donde mi alma se quiebra, donde no mucho falta para hacerte compañía, sí, donde las olas de nuestro mar revientan y finalmente…

¿Sabes hermano?, tu rostro veo en cada caracola, hoy, en tu cuarto aniversario luctuoso.

DESCANSA EN PAZ, en tanto mi alma desgarra.


Anaconstela
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