domingo, 26 de julio de 2009

SOLEDAD Y AUSENCIAS.




Las ausencias que guardé por más de
cinco décadas, he liberado.
Decidí hilvanarles en una guía de metal fino como
cuentas de rosario
a fin de que nunca escapen
pues todas ellas resultaban demasiado lacerantes,
las he depositado en una urna
donde yacerán cual episodio del pasado
en el desván.
Mis metas han superado el dolor
hoy me he desprendido del luto
que por años he llevado a cuesta
consumiéndolo en el fogón.
Por las noches de par en par dejo las puertas
para que penetren todas las esencias
unas existentes, otras yertas.
Si de a poco un lustro o un siglo me quedasen
alguna he de elegir
y convertir en presencia que comparta
mi existencia arropada toda de esperanzas.
La soledad, unas veces mala consejera
y otras tantas fiel y dulce compañera.
Esta noche parto hacia Madrid,
daré cumplimiento a una cita en

La Gran Vía.

El buen mozo hijo del Duque
Don Juan de Cáceres y Otranto

Ofrece un Concierto de Zarzuela
en la suite principal de un
prestigiado hotel.
La invitación ha llegado
de manera por demás original.
Una paloma mensajera de Alcalá de Henares
y un gorrión de Pozuelo de Alarcón,
ambos vestidos de gala,
se han posado sobre el alféizar de mí ventana
trinando frente al cristal para cumplir la encomienda
con una leyenda que a la letra dice…
“Le espero con impaciencia en la fecha y hora señaladas
propongo, después de la función hagamos de la noche
derroche de pasión y…”
Mi respuesta no se ha hecho esperar
he atado a las aves un pergamino para indicar
número de vuelo y horario de mí arribo.
También le he agradecido la motivación para emerger del
maleficio al cual fui condenada en el instante mismo
que he nacido.

NOTA: El nombre […] producto de mí imaginación; cualquier parecido
con la realidad es mera coincidencia.
(Abril 2004)

Anaconstela.
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