Fotografía: Imágenes/Google.
¡Mira! La humedad
de las corolas enmohece
los astiles
otrora clandestinos…
¡Huele! La
brea candente indica que avecina
el otoño...
¡Escucha! El
viento azota con chasquidos
de ocarina el galopar de los jinetes...
¡Saborea! Manjares concupiscentes y engulle
hasta la saciedad que, la tarde agoniza…
¡Palpa! Los
remos astillados del vetusto velero,
penétralos
y erosiona hasta que la cárcava desangre...
Anaconstela
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