domingo, 19 de julio de 2009

DE RECONQUISTA A CÓRDOBA.


Entre trino y trino
cual jilguero o cardenal,
entre amarillo y rosado de lapacho y
blancas corolas de olivo,
comienzan a vestirse los campos.
Mientras tanto, en mí pecho un dolor agudo
se clava.
No, no marches, detente albor
deja se eternice la oscuridad que
de Reconquista a Córdoba,
aromas de ceibo carmín me embriagan
y aguardan los vientos pamperos,
antes que agonice la primavera
visitar quiero “La Docta”.
Abandonarte, nuevos horizontes me obligan
Reconquista,
tierra que con furtiva mirada
suspiros me arrebatara.
Córdoba,
quimera pasajera de mi cerrazón
cobijado en tápalo azteca
te entrego el corazón.

Anaconstela.
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