sábado, 22 de enero de 2011

CEREZO ROSA.

Tragué mis lágrimas envenenadas
bebí la hiel inevitable
absorbí la ducha sudorosa que provocó
la cruel noticia.
Advertí la puerta falsa
vibraron mis entrañas
la ironía discrepó.
Una fuerza extraña se apoderó de mí juicio
al Sumo Hacedor me encomendé y,
la batalla comenzó.
Juré no claudicar
cual jineta apocalíptica
dirigí las riendas a todo galope por
el largo peregrinar,
túneles y laberintos, caminos fangosos,
angustias vertiginosas… ¡Todo vencí!
Mis venas reventaron
mis cabellos sucumbieron
pero mi estirpe, jamás declinó.
Guerrera nací y no habría obstáculo
que me impidiese continuar.

En la recta final, con galardón en mano
a la meta llegué y así hoy, al acérrimo enemigo
logré deponer.

(21 de enero 2011)

Anaconstela
Copyright © DR