miércoles, 18 de mayo de 2011

TÁLAMO.

Foto: José Luis Ávila Herrera. Reportero sin Fronteras.

¡GLORIA!... ¡BENDITO MI PADRE DIOS!


(Mini biografía de una niña-mujer dedicada a obtener provecho de todo lo que le rodeaba y cuando alguien o algo no le convenía, simplemente le abandonaba a su suerte sin importarle el daño que causaba pero por desgracia o por fortuna, ‘padecía del tálamo’ y jamás pudo asumir un sentimiento de culpabilidad, por el contrario, se sentía agredida por los ojos incondicionales de quienes incautos le miraban sin reparar en el daño que les deparaba)

Sitiadas por regato de torrente sanguíneo,
en instantes el latir irrumpía sucedido por
descargas de adrenalina crepuscular,
aceras de suburbios impunes
paredes, testigos mudos
separadas e inermes continuaban transitando
por el túnel del tiempo.
De pronto, un hálito de brisa nocturna
su frente acarició, seguido por un rayo estridente
que de las tinieblas rescató…
…El deceso de un inocente a quien le fue negado
el privilegio a despedirse de sus deudos antes de
emprender el tránsito al más allá.
Fue tal la sorpresa de no saberse heredera universal
que con la complicidad de su […]
trató de arrebatar lo asignado a quien según ella,
no correspondía.
Absteniéndose quien compartía usufructo, de inquirir
en aquel misterio.
Alevosía y cobardía se escudaban en su inherente:
¡Gloria! ¡Bendito mi Padre Dios!
Mientras en la sima permanecieron
los despojos del producto de sus entrañas
y sus descendientes a quienes
de manera inmisericorde
sumergió sin imaginar, serían rescatados
incólumes por la Justicia Divina.

Hoy, en un lugar lejano reposa en compañía de su
inseparable mitomanía, carente de sentimientos y
repetitiva al incognoscible ilustre…
¡Gloria! ¡Bendito mi Padre Dios!


Nota aclaratoria: Soy respetuosa de todas las creencias y del escepticismo. Sí, quiero dejar constancia que, las más de las veces pronunciamos credos que no comprendemos y mucho se da en el caso de quienes como el ejemplo que cito, siendo un simple relato que me he formado de las mil y una situaciones vividas a través de mí paso por instituciones en las que he colaborado, me dejan impactada (por ser más frecuentes en la mujer) de cómo los seres humanos somos capaces de destruirnos, al grado de no importar ni el rango familiar, ¡ah! pero eso sí, creyentes acérrimos, no es posible responsabilizar a nadie de nuestros actos, esa cinta magnética que borra las dolosas actitudes para con el prójimo.

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(Junio de 2007)